jueves, 20 de agosto de 2015

un tango


Un tango:
Long by a head of a noble colt. Por Horacio Walter Bauer
“En 1935 Carlos Gardel, en yunta con el brasileño Alfredo Le Pera, daba a luz un tango que se hizo famoso y que fatalmente resultó destinado a la ejecución demasiado frecuente, en todo ámbito vinculado a las carreras de SPC. Su letra es un paradigma de pesimismo, machismo, decadencia, languidez y equívoco, que no admite rival. Para peor la música es de fuerte pregnancia y el intérprete por excelencia era y sigue siendo nada menos que “el mudo”, como diría un metonímico riguroso.
Se trata de la historia de un potrillo pura sangre que “afloja” en el momento culminante de la carrera y para colmo de desgracia acude a la moralina ex post facto y sugiere no jugar.
El segundo paso, es aún más ridículo. Se compara al equino perdidoso con una mujer casquivana y mentirosa, y que tiene atrapado sentimentalmente al quejoso, ignorante que el turf no es timba, sino destreza.
A mayor abundamiento, el protagonista amaga renunciar a su vicio, pero a renglón seguido confiesa su impotencia (¡qué le va a hacer!).
¿Qué habrá pasado por la cabeza de Gardel, cuando pergeñó este bodrio sombrío? ¡Justo a él: fenomenal cantor popular y gran burrero! Mi amigo, el Dr. Juan Carlos Bagó dice que ejemplos como el de este tango, le han hecho mucho daño al turf, porque fija en el imaginario colectivo el prejuicio de tener por pecaminosa una actividad bella y digna como pocas. …”
Por una cabeza (tango) Música: Carlos Gardel
Letra: Alfredo Le Pera
Por una cabeza de un noble potrillo que justo en la raya afloja al llegar
y que al regresar parece decir:
No olvides, hermano, vos sabés que no hay que jugar…
Por una cabeza, metejón de un día,
de aquella coqueta y risueña mujer
que al jurar sonriendo, el amor que está mintiendo,
quema en una hoguera todo mi querer.
Por una cabeza
todas las locuras,
su boca que besa
borra la tristeza,
calma la amargura.
Por una cabeza
si ella me olvida
qué importa perderme,
mil veces la vida
para qué vivir…
Cuántos desengaños, por una cabeza,
yo juré mil veces, no vuelvo a insistir,
pero si un mirar me hiere al pasar,
su boca de fuego, otra vez, quiero besar.
Basta de carreras, se acabó la timba,
un final reñido yo no vuelvo a ver,
pero si algún pingo llega a ser fija el domingo,
yo me juego entero, qué le voy a hacer.
Elmundodelcaballo

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